El año político 2017 será un año de transición en Quebec. Un año de preparación de las elecciones de octubre de 2018. Debe recordarse que con la excepción de los cortos 18 meses del gobierno minoritario de Pauline Marois, son los liberales que han gobernado casi sin interrupción desde abril de 2003. Los liberales tratarán este año de liberarse de la imagen de gobierno gastado por la corrupción, mientras que los pequistas deben reinventarse para volver a ser el partido de la alternancia. Por su parte la Coalición Avenir Quebec de François Légault espera presentarse como la alternativa de derecha y federalista frente a los liberales. Por la izquierda, Quebec Solidario buscará extender su apoyo en regiones.

Reinventar los Liberales

Los liberales del gobierno mayoritario de Philippe Couillard entran de lleno en la segunda mitad de su mandato que termina, por la imposición de elecciones en fecha fija, en octubre de 2018. Su misión es que los electores olviden los efectos desastrosos de la política de austeridad de su primer año de gobierno. Como se sabe, el gobierno Couillard consiguió eliminar el déficit y crear un excedente importante – que de acuerdo a las visiones puede ser de uno a cuatro mil millones de dólares si se incluye el fondo de generaciones en lo que ha sido uno de los gobiernos más neoliberales.

Los recortes afectaron de manera indiscriminada a los más pobres, a las mujeres, a los inmigrantes, a las parejas jóvenes con el aumento del precio de las guarderías, los adultos mayores. No solo se trataba de recortes sino que de una estrategia que disminuye la intervención del Estado en la economía y en el desarrollo regional rompiendo con el modelo heredado de la revolución tranquila, forzando la privatización de servicios de salud y la desarticulación del sistema de educación.

2016 fue un mal año para el gobierno de Philipe Couillard que además se vio penado por el resurgimiento de escándalos ligados a la corrupción bajo el gobierno de Jean Charest.

Para que 2017 sea un buen año, el gobierno Couillard desea reinventarse aprovechando el margen de maniobra presupuestario obtenido al eliminar el déficit. Debe hacer que se olvide la austeridad fiscal que afecto a casi todos los sectores de la sociedad. Se plantea que renovará su gobierno ministerial y prorrogará la Asamblea Nacional – lo que en el sistema parlamentario de origen británico que existe en Quebec, se traduce en que se re empieza a fojas cero con un nuevo discurso del trono que fijaría las políticas gubernamentales hasta las elecciones de 2018.

Se espera una reinversión en el sistema de salud, que beneficie a las clínicas privadas. Una reinversión en el sistema de educación. Incluso algunos hablan de un nuevo plan de lucha contra la pobreza. El problema es que a pesar de todo, nadie sabe exactamente cuál es la visión de futuro del gobierno Couillard, incluso frente al gobierno federal de Justin Trudeau que aparece más activo con su plan de infraestructura y sus planes de lucha contra el cambio climático.

La división de la oposición beneficia a los liberales, por el tipo de sistema electoral no proporcional que existe en Quebec. La pelea será dura este año entre el Partido quebequense, la CAQ y Quebec solidario para posicionarse como alternativas de gobierno frente a los liberales.

EL PQ: ¿Partido de gobierno? La CAQ, QS.

Este fin de semana se realiza el Consejo Nacional del partido quebequense donde el nuevo jefe del PQ, François Lisée busca imponer la estrategia de no hacer referendo en su primer mandato, que le permitió ganar la jefatura y de un documento de 75 páginas con un millar de posibles compromisos electorales. Los miembros deben debatirlos en sus instancias y transformarlo en el congreso nacional de septiembre en Montreal en el programa del PQ para las próximas elecciones.

Luego de constatar que a los liberales les basta con esgrimir el espantapájaros de un nuevo referendo sobre la independencia de Quebec para ganar las elecciones el nuevo jefe François Lisée propone, ofrecer un buen gobierno en el primer mandato – para las elecciones de 2018.  Abandonar por un mandato la lucha por la independencia de Quebec para derrotar a Couillard.

Propone hacer campaña proponiendo un gobierno capaz de gobernar mejor que los liberales, sin corrupción y preocupado de ofrecer un camino de desarrollo para la provincia. Su estrategia plantea mejorar la posición del partido quebequense como alternativa al gobierno Couillard, dejando de lado la independencia de Quebec.

Propone medidas consensuales que eviten divisiones innecesarias que afectan la votación del PQ. Por ejemplo propone moderar las posiciones de identidad a las recomendaciones de la Comisión Bouchard-Taylor que son más consensuales que la polémica Carta de la Laicidad de Bernard Drainville durante el gobierno Marois.

Promete no tener un referendo en el primer mandato pero si en el segundo mandato en 2022 con modalidades que aun no están claras.

Propone fortalecer los lazos con los anglófonos y las llamadas comunidades étnicas abandonando los aspectos más criticados de la propuesta lingüística del gobierno Marois. Entre ellos, la obligación del CEGEP en francés y no en inglés para los francófonos e inmigrantes. Abandonar la propuesta retirar el estatus bilingüe a las municipalidades que conservan ese estatus a pesar de cambios demográficos. Propone elegir los inmigrantes priorizando los que hablan ya francés e invertir en la francisación de quienes no lo hablen. Propone además extender la aplicación de la ley 101 a los lugares de trabajo de más de 15 trabajadores.

Una carta abierta de opositores a la propuesta en materia lingüística (en Le Devoir) muestra que el camino no será fácil para el nuevo líder del PQ,.

El Partido quebequense nació para realizar la independencia de Quebec y tiene graves dificultades para posicionarse como la alternativa natural de gobierno por la pérdida de apoyo a su causa. Los partidarios de la independencia de Quebec han disminuido en las encuestas. En un año de celebración de los 150 años de Canadá ello aparece aún más evidente.  La popularidad de un nuevo Trudeau como primer ministro de Canadá, muy popular en Quebec, aleja aun más esa posibilidad.

La posición de Lisé es pragmática pero la postergación de la independencia es una apuesta arriesgada. Ponerse al día con la opinión pública no asegura que pueda convencerles para adherir a la cruzada por la independencia en 2022. La fuerza del PQ era su carácter pluriclasista y de refugio de las diversas tendencias del nacionalismo o autonomismo quebequense. El PQ no es la coalición amplia de antaño. Perdió autonomistas de derecha que se refugian hoy en la CAQ y soberanistas de izquierda que militan en Quebec Solidario. Las posibilidades de formar una gran coalición como la de los escoceses o los catalanes son inciertas.

Ciertamente la CAQ, la Coalición Avenir Quebec de François Légault espera presentarse como la alternativa de derecha y federalista frente a los liberales. Pero no consigue imponerse como una alternativa clara porque hasta ahora, al momento de votar los electores la abandonan. El problema es que puede seguir asegurando  la división del voto contra  los liberales.

Por su parte Quebec Solidario, que ya forma parte del paisaje político quebequense por derecho propio se enfrenta a definiciones claves para su futuro en la extensión de sus apoyos en las regiones y en la propuesta de algunos de ser más pragmático.

El año 2017 será muy movido en Quebec.

El gobierno Couillard deberá revelar cual es en definitiva su visión de futuro para Quebec. Su famosa estrategia marítima, no parece avanzar. El plan Norte del ex jefe liberal Jean Charest ha sido abandonado. Ello para no aparecer como gobierno de intendencia neoliberal.

Será un año en el que se definirá cual partido de oposición se presentará como alternativa, cuales alianzas pueden forjarse para, como se hiciera con el gobierno Harper, terminar con los años liberales. Un año en que el PQ, la CAQ y QS deben no solo defender sus alternativas, sino que además mostrar creciente ineficacia del sistema de salud y de educación, como el aumento flagrante de las desigualdades, así como las dificultades de inserción de los inmigrantes por no hablar de la definición de la estrategia energética propia del siglo 21 que permite más allá de la retórica enfrentar los problemas del cambio climático. El año 2017 será de definiciones de políticas y de posicionamiento para la elecciones de 2018.