El 16 de noviembre 15,7 millones de personas debían concurrir a las urnas para la primera vuelta de la elección presidencial, la de los 155 miembros de la Cámara de Diputados y 23 de los 50 miembros del Senado. Los resultados confirmaron que la presidencia dependerá de un balotaje previsto para el 14 de diciembre próximo entre los dos candidatos más votados, Jeannette Jara y José Antonio Kast. Un balotaje cuyo resultado sigue siendo incierto. Al mismo tiempo, los electores definieron la composición, sin mayoría clara, tanto de un Senado empatado , como de una Cámara de Diputados donde el populista Partido de la Gente tendrá la balanza del poder.

La Progresista Jeannette Jara obtiene la primera mayoría

Los resultados indican que, tal como se esperaba, habrá balotaje por la presidencia de Chile, el 14 de diciembre próximo. Por un lado, la candidata de Jeannette Jara obtuvo 26,85% de los votos. Ella lidera la coalición Unidad Por Chile, formada por los partidos, Demócrata Cristiano (PDC), Por la Democracia (PPD), Socialista de Chile (PS), Comunista, Radical, Liberal y el Frente Amplio. Se trata del bloque más amplio de la centroizquierda, el progresismo y la izquierda, desde el retorno de gobiernos civiles en 1990.

Como se esperaba, la candidata de Unidad Por Chile obtuvo una primera mayoría. Pero, su casi 27% no le asegura la victoria en la segunda vuelta. Su resultado mitigado estuvo ligado al péndulo entre derecha y progresismo, que domina la política chilena desde hace 15 años. La opción de la alternancia se vio reforzada por la mala evaluación del Gobierno del saliente presidente Gabriel Boric, el cual, a pesar de una serie de medidas importantes pero que no redujeron las desigualdades, se desgastó porque no satisfizo las altas expectativas despertadas por las movilizaciones de 2019 y que llevaron a la Moneda al más joven presidente de la historia de Chile y a nuevos partidos políticos cuya popularidad se ha ido desplomando.

Jeannette Jara no consiguió imponer su tema de urna, aunque realizó una excelente campaña, distanciándose del gobierno, presentándose como líder de una coalición que busca mejorar las condiciones de vida de la población y seguir reforzando la seguridad de las personas. Una narrativa que adolece de una narrativa capaz de movilizar los sectores populares en torno a un proyecto país que responda a un contexto internacional crecientemente complejo. Centrada en su cercanía identitaria con el pueblo chileno, su estrategia en las cuatro semanas que quedan para el balotaje promete incluir las promesas de otros candidatos en su programa.

Ultraderechista José Antonio Kast en segundo lugar

Por otro lado, estará en el balotaje del 14 de diciembre, el ultraderechista candidato del Partido Republicano, José Antonio Kast, quien quedó en segundo lugar con el 23,93%. Es la segunda vez que el ultraderechista Katz pasa al balotaje, aunque ahora cuenta con un menor porcentaje que en 2021.

Obnubilada por la posibilidad de triunfo anunciada en las encuestas, por la impopularidad del Gobierno de Boric, la derecha no hizo primarias. La elección dirimió el liderazgo en la derecha, pero dejó heridas. Por un lado, los resultados confirman el desplome de la campaña de Evelyn Matthei, con sólo 12,62%, candidata de la derecha tradicional chilena agrupada en la coalición Chile Grande y Unido, formada los partidos la Unión demócrata independiente (UDI), Renovación nacional (RN), Evolución Política y Demócratas.

El dato es importante. A diferencia de otros países la derecha tradicional, se alió con la extrema derecha y su discurso con ribetes fascistas, acompañados de la defensa de la dictadura cívico-militar, las violaciones de los derechos humanos, ofreciendo bala como política pública. La campaña errática de la Evelyn Matthei, buscó en momentos el voto tradicional de la Concertación anticomunista criticando tanto a Kast como Kaiser por su extremismo; en otros asumió un discurso más ultraderechista que ellos. Lo cierto es que existe la incógnita sobre si sus partidarios apoyarán a José Antonio Kast.

Por otro lado, los resultados desmintieron las encuestas que ubicaban en estrecha competencia a José Antonio Kast con el ultraderechista del Partido Nacional Libertario, el youtuber Johannes Kaiser, quien sólo obtuvo 13,93%. No se verifica el temido giro a la ultraderecha, a pesar de la popularidad en los medios empresariales de la llegada a Chile de la llamada oleada de la ultraderecha en el mundo y América Latina al estilo del presidente argentino Javier Milei. Más bien aparece un retorno a un neopinochetismo.

José Antonio Kast jugó a la avestruz durante la campaña, no reveló abiertamente su programa y repitió majaderamente las frases sugeridas por sus asesores. Ello, aunque cometió errores garrafales, como lo irracional de sus promesas, en contradicción con recortes equivalentes a seis mil millones de dólares en los servicios públicos, para reducir el Estado. Incluso no definió claramente su accionar ante algunas políticas públicas populares que heredaría del Gobierno Boric, tales como la reforma previsional. Ellas quedan en suspenso y podrían suscitar rechazo a su campaña sectores populares.

Y es que, paradojalmente, no consiguió imponer su narrativa contra la inseguridad, contra los migrantes, por encima de las criticas a la clase política de la que es parte. Precisamente por el debate con Kaiser y Matthei, no aparece como un outsider, que llega, como promete, para hacer un gobierno de emergencia. En su discurso después de conocerse los resultados, Kast repitió su discurso sobrela seguridad, la promesa del cierre de fronteras y la expulsión de migrantes ilegales, pero agregó, sin dar detalles una promesa de mejorar condiciones de vida, buscando el centro político.

El populista Franco Parisi crea la sorpresa

Y es que la gran sorpresa del escrutinio vino del populista Franco Parisi, del Partido de la Gente (PDG), quien con cerca del 20%, resurgió como una verdadera tercera fuerza, inexistente en las encuestas. Todo indica que su candidatura, de crítica al sistema político y la clase política en general, sirvió como refugio para muchos de los llamados electores obligados, así como los desencantados. Ello marginalizó completamente a los otros tres candidatos fuera del sistema polítco: Eduardo Artés (0,67%), Marco Enríquez Ominami (1,20%), Harold Maine-Nicholls (1,26).

En efecto, una incertidumbre de estas elecciones era el comportamiento de quienes votaban por primera vez, por el voto obligatorio, castigado con altas multas. Se trataba de la primera elección presidencial y del Congreso, que agregaba la participación de cinco millones de electores, ausentes en las elecciones bajo voluntario, hasta diciembre de 2021. Lo cierto es que la participación subió a más del 80% del padrón electoral.

Se trata de un dato importante, porque parte importante del voto de Franco Parisi sería un voto pragmático, que respondió a su discurso populista antisistema, pero que no le es ligado ideológicamente u orgánicamente; por lo que puede dividirse entre los dos candidatos presidenciales, dependiendo de las ofertas y el cáracter que asuma el voto de urna de la campaña para el balotaje.

El que Parisi no entregara consigna de voto para la segunda vuelta deja, aparentemente, abierta la campaña hasta el 14 de diciembre. Ese sector votante que puede definir los resultados no está necesariamente ganado por ninguno de quienes pasan al balotaje. Esto significa que la incertidumbre de la primera vuelta se traslada a la segunda vuelta y todo dependerá de la corta campaña hacia el balotaje.

Un Senado dividido y sin mayorías

Por lo pronto, la conformación del Congreso si se definió el 16 de Noviembre. Ello apunta a definir el margen de maniobra con que cuente la o el próximo presidente que elegirá el 14 de diciembre. Un análisis somero revela que no se produjo un cambio trascendente.

Se elegían 23 de los 50 senadores en siete regiones (Arica y Parinacota; Tarapacá; Atacama; Valparaíso, Maule, La Araucanía y Aysén). Los diversos sectores ligados al llamado oficialismo ganaron doce escaños, mientras que las fuerzas de la derecha consiguieron once escaños.

Con ello, la composición del Senado que debe asumir en marzo de 2026, es de un empate entre la derecha y el progresismo. Con ello, hay empate en la Cámara de Senadores, En efecto, por un lado, la coalición Unidad por Chile suma 23 senadores, a los que se agregan 3 senadores de Verdes, Regionalistas y Humanistas y dos Senadores independientes, Fabiola Campillai y Karim Bianchy, con lo que suman 25 senadores.

Por otro, la derecha, con los 18 senadores de Chile Grande y Unido y los siete de Cambio por Chile, también suma 25 senadores. La derecha fracasó en su intento de consiguir la mayoría prevista por los medios de comunicación empresariales. Se trata de una situación que confirma nuevamente el inmovilismo que ha caracterizado el funcionamiento del Senado.

Partido de la Gente con balanza de poder en Cámara de Diputados

También se elegía la totalidad de la Cámara de Diputados, según el 99,96 por ciento de los votos, Chile Grande y Unido, obtendría 34 escaños, mientras que Cambio Por Chile tendría 42 bancadas. Es así como las dos coaliciones de derecha suman 76 diputados, pero necesitan 78 para alcanzar la mayoría.

Por su parte la lista Unidad por Chile cuenta con 61 diputados y los Verdes, Regionalistas y Humanistas, completan tres, a ellos debe agregarse el diputado independiente fuera de pacto Carlos Bianchi de Magallanes. Con 65 diputados, el bloque oficialista, está lejos de la mayoría de 78 diputados: es el peor desempeño del sector desde el retorno de los gobiernos civiles en 1990.

Lo cierto es que El Partido de la Gente con 14 diputados es el deal breaker, el partido bisagra. Tendría la balanza del poder en la Cámara de Diputados. Desde el punto de vista de la derecha, si ella obtiene el apoyo del Partido de la Gente, como bloque, un gobierno de derecha, podría incluso llegar a los cuatro séptimos que necesitaría para aprobar leyes de mayor quorum. Sin embargo por el empate en el Senado eso no tendrá verdadero impacto, porque también se requieren cuatro septimos en el Senado.

Además, es importante recordar la experiencia de los diputados del Partido de la Gente en el Congreso saliente. Por su naturaleza populista, el PDG mantiene una persistente fragilidad estructural, que no asegura que sus diputados mantengan una unidad de acción. Existe la probabilidad de que se divida o tienda a no actuar como bancada dependiendo de los proyectos de ley o las circunstancias. Se trata de una perspectiva incierta y abierta que mantienen el inmobilismo y las dificultades del nuevo Gobierno en contar con el Parlamento para imponer sus leyes.

Balotaje incierto entre Jara y Kast el 14 de Diciembre

Los resultados de la primera vuelta de la elección presidencial y del Congreso permiten vaticinar que el balotaje del 14 de diciembre estará marcado por la incertidumbre. Las variables sociales que determinan el apoyo de los electores a la candidatura de Jeannette Jara o de Juan Antonio Kast no aparecen claramente definidas. En ese contexto, más allá de la matemática electoral, los errores de las encuestas, la enorme presencia de los medios de comunicación empresariales durante la corta campaña hasta el balotaje, serán determinantes.

Valga destacar que los resultados de la primera vuelta rompieron con el discurso de la preeminencia de las ultraderechas autoritarias, nostágicas de la dictadura, de Matthei, Kast y Kaiser y de su campaña del terror. En efecto, la alta votación de Parisi y del PDG, la crítica al sistema político introdujo una nueva dinámica; abriendo incluso, la importancia de considerar, junto a la inseguridad y los migrantes irregulares, el tema del mejoramiento de las condiciones de vida.

Recordemos que el progresismo, encarnado por Jeannette Jara, presenta esa alternativa ante la ultraderecha. Jara promete realizar un programa articulado en torno a mejorar esas condiciones de vida, con medidas concretas. Ello tiene un caracter marginal en el discurso del ultraderechista candidato José Antonio Kast.

Al mismo tiempo, debe hacerse notar, que los resultados de las elecciones al Senado y la Cámara de Diputados y la nueva composición que tendrá el Congreso en marzo de 2026, no dan capacidad real de acción al poder ejecutivo dentro del Parlamento. Destaca así, la crisis de un sistema político bloqueado, crecientemente marcado por el inmovilismo y su cierre respecto de los actores sociales. En ese contexto, los resultados del balotaje siguen abiertos, dependiendo de la campaña.